Reseña: Un mundo de fábulas, exposición de Manuel Alcorlo

“Sí, tu niñez, ya fábula de fuentes”.

Jorge Guillén

De nuevo en Wilkoart Gallery con esta nueva exposición y dedicada a una importante figura del actual panorama artístico español que no necesita presentación por tratarse de un artista sobradamente conocido: Manuel Alcorlo.

En el espacio de la galería se disponen obras realizadas con diversas técnicas y sorprende, dentro de la miscelánea que podía haber sido la exposición de un autor con obra cotizada y vendida en diversos lugares, la unidad conceptual de lo presentado. En primer lugar, llama la atención este vuelo de papeles entre dibujos que configurarán la escultura labrada por un viento imaginario por el espacio de la sala. Esta instalación contribuye a dar broche a una serie de dibujos a plumilla y acuarela realizados de memoria y a mano alzada. Cada trabajo ha sido realizado con poco tiempo de ejecución según testimonian los testigos; sin embargo, detrás de cada trazo ligero, lleno de vida y plenitud para configurar toda una figura humana, sea Schubert, su musa preferida, alegorías divinas, hay muchísimos años de trabajo para alcanzar la sutileza de esos trazos. En el valor de la veteranía de un consumado maestro para despertar nuestros sentimientos dormidos.

Las fábulas, los cuentos, esas premisas del mito contemporáneo … Así nos invita Alcorlo a reflexionar sobre aquellas historias que en nuestras respectivas infancias como lectores desde los ojos de los tiempos actuales: Alicia en el País de las Maravillas, Pinocho, Don Quijote y Clavileño, Schubert y su musa, el Arlequín, … mitos que no debemos olvidar ante las embestidas de los nuevos personajes que nos proponen e inundan las nuevas tecnologías. Y técnicas tradicionales: dibujos a pluma con línea clara continua, grabados al aguafuerte y a la aguatinta, acuarelas, aguadas, … una fiesta para el dibujo donde se ha renunciado a los empastes de las técnicas inherentes a la Pintura.

Alcorlo no sólo homenajea a los grandes fabulistas clásicos sino también a los artistas que denominamos clásicos y admiró en este mundo personal de sueños imposibles. Tenemos a Goya a través de estos procedimientos de Grabado que recuerdan a las Pinturas Negras; tenemos a William Blake con sus aproximaciones líricas a la vez que espirituales; tenemos a la magnífica escuela folletinesca de los grandes grabadores que trabajaban para los diarios en el siglo XIX. Cada obra es un subrayado de un hecho añejo que nunca hay que olvidar. Cada cresta de ola que proponen esos vuelos a los que no queremos renunciar. Cortesía para cerrar los ojos, soñar y volver a abrirlos con las imágenes sutiles de un autor que nunca decae y comprende las necesidades del subconsciente colectivo.

Porque la tradición en las conciencias nunca cesará, siempre serán posibles los pergaminos con su capacidad para desafiar a toda erosión, porque la artesanía nunca dejará de recibir cultos de los pequeños dioses que son los artistas. Gracias al maestro por recordarnos todo esto. Disfrutemos de sus impagables prestaciones. Arte y sabiduría dándose la mano con estas imágenes sencillas e imponentes.

“Estos niños que nunca se cansan de ser niños
y juegan con sus sueños por parecer mayores.
Y estos ancianos que añoran sus infancias perdidas,
con el oro del sol alumbrando sus rostros”.

© Fernando Fiestas

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Multiplicador de horizonte

MULTIPLICADOR DE HORIZONTES, Dueto entre Wilko v. Prittwitz y Funámbulo Art.

Pudiera verse e interpretarse como una exposición compartida entre dos artistas y amigos íntimos que llevan más de 30 años tratándose, cuyo tema común es el mar. Sin embargo, quien conozca en profundidad a los autores de esta veintena de obras cada uno, sabrá perfectamente que el trasfondo conceptual va mucho más allá de unas marinas. El contraste, que no antítesis, entre ambas improntas se puede gozar si partimos de los rasgos comunes de las inquietudes de ambos artistas. Por una parte, tenemos los horizontes precisos sobre los yermos paisajes de las olas de los mares ignotos que nos presenta Wilko, y por otra parte, tenemos los horizontes como fondos para subrayar los diedros tierra y cielo en la escenografía de los plotters de la serie Cap de Creus de Funámbulo, en donde explaya gran imaginería daliniana a partir de los matices de las rocas de aquella recortadísima costa.

La intención común de ambos es humanística, Wilko nos quiere recordar que el mar es lo único inexplorado por la ambición depredadora del capitalismo y, sin embargo, amenazado. Nos recuerda lo esclavizados que estamos ante los avatares de la condición humana, y sigue con su insistencia en recordarnos el fluctuante valor del dinero y para ello se vale de la mirada codiciosa de los especuladores sobre las infinitas posibilidades de observar los horizontes del mar.
Por su parte, Funámbulo viene a decir más o menos lo mismo pero con un lenguaje quizás más elíptico, nos recuerda la premisa de Gillo Dorfles de que “la naturaleza es artificio” y todo cuanto aún no haya sido explorado, caerá pronto a la misma condena del instinto de acotación del depredador humano.
Para ambos mensajes comunes, estos artistas se sirven de obras en las que aparecen billetes recortados, pegados con monedas y letras de cambio. Nos recuerdan cómo cambia de valor el dinero si se le despoja de su condición original mercantil y lo hacen formar parte de una obra de arte, porque al igual que el valor de la moneda cambia, se supone que el valor de la obra gana con el tiempo, así como gana valor la divisa en el mercado bursátil.

Wilko así lo sintetiza con el gran mural aún en proceso de ejecución en que una santísima trinidad encarnada en la contemporaneidad donde el propio pintor se autorretrata, los tres personajes están en una espaciosa celda que recuerda a las de anquilosados trazos de Francis Bacon, ante un horizonte inabarcable en inagotable panoramio para la óptica del espectador. Y para reforzar la frontalidad del tema, ofrece un plano de cuadro imaginario sobre el que clava y pega abalorios y billetes.

“Fueron dos, se juntaron
cuando nadie recuerda los colores
de las sombras en jura que acordaron
como meros actores.

Se juntaron con sol y sal previstos
desde los horizontes del apego común,
y lo vieron,
anáfora de días,
de olas,
de gritos,
o mística perenne.”

© Fernando Fiestas

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